Por Ricardo Bustos
Si tuviera la oportunidad de conversar un rato con la señora Cristina Elisabet Fernández, viuda de Kirchner, le diría que ayer, domingo 17 de diciembre de 2017, se realizó como cada cuatro años, un acto democrático para elegir nuevo presidente en la República de Chile. Hoy gobierna una coalición de izquierda pero ha ganado un partido de derecha, el mismo que gobernaba el país trasandino cuando la presidente actual derrotó en las urnas a quien hoy resultó ganador.
Entre Piñera y quien representaba al gobierno de Bachelet, el candidato oficialista Alejandro Guillier, el pueblo chileno pudo elegir libremente, sin sobresaltos ni chicanas, sin romper nada o generar violencia en las calles. Hace dos años, mientras nuestra ex presidente no se resignaba a aceptar la derrota que el ingeniero Macri, había provocado al candidato del entonces oficialista Daniel Scioli y la madrugada la tenía junto a sus seguidores contando los votos como si fueran los porotos en el truco, apenas a dos horas de avión desde Buenos Aires, los candidatos que participaron en las elecciones y como es costumbre, daban al mundo una vez más un ejemplo de respeto, educación y responsabilidad política cuando se supo quien había sido el vencedor.
Los televidentes argentinos, hemos podido comprobar que otra actitud política en democracia es posible cuando la cultura y educación forman parte de la vida cotidiana de los ciudadanos.
A la hora de entregar los atributos del mando al sucesor Mauricio Macri, la señora Cristina, estaba descansando en «su lugar en el mundo», El Calafate. Ayer en Chile, la presidente Bachelet en una transmisión televisiva en directo, saludó al presidente electo Piñera y le pidió si hoy por la mañana podía ir a visitarlo a su domicilio para comenzar con el proceso de transición gubernamental y el candidato Piñera le respondió que «con gusto la voy a esperar con un rico desayuno en casa», algo tan natural como la ducha de cada mañana, un encuentro de diálogo y convivencia sin importar en ese momento a que ideología responde cada uno de los protagonistas.
Pero la historia no termina ahí ya que el candidato «perdedor», además de llamar por teléfono a Piñera, para felicitarlo, se hizo presente en el «bunker» del ganador y en persona abrazó al ganador. Piñera, con criterio absolutamente democrático, invitó al visitante a subir al escenario y este pronunció unas palabras felicitando al nuevo presidente. No imagino a la abogada exitosa visitando el «búnker» de Cambiemos.
Por si los muchachos de La Cámpora no lo saben, Sebastián Piñera, ganó con casi el 55% de los votos, es decir, más que los que obtuvo Cristina Kirchner. El candidato de Bachelet, tiene mucha afinidad con el régimen chavista de Maduro y hace unos días estuvo acompañado nada menos que por el Pepe Mujica, quien fué a darle su apoyo.
No se si será por la juventud acumulada en el cuerpo, pero ultimamente me emociono por nada y ayer fué uno de esos días. Una vez que se supo de su triunfo, Piñera se dirigió a sus seguidores y en su discurso les dijo que “vamos a iniciar un nuevo y mejor trato con nuestros adultos mayores, (?) con nuestros niños, con las mujeres, con los que sufren alguna enfermedad, con la clase media y, por supuesto, con nuestros pueblos originarios”.
En ese momento, la multitud comenzó a gritar “Chile se salvó, Chile se salvó”, en referencia a la posible victoria de Alejandro Guillier, (cuanta similitud con Argentina) pero rápidamente Piñera, expresó el cariño que tiene por el senador derrotado en estas elecciones y agradeció su visita y también el llamado de la presidenta Bachelet. Y gritó:
«viva la diferencia, viva el pluralismo de ideas, pero nunca esas diferencias deben convertirnos en enemigos, pero la verdad es que cada vez que los chilenos nos hemos enfrentado y convertido en enemigos hemos consumado nuestras más grandes derrotas”.
Cerró el discurso diciendo:
“que Dios bendiga a Chile, que Dios bendiga a los chilenos. Buenas noches, que viva Chile”.
A veces nos cuesta mucho imitar o copiar ejemplos como el de los políticos chilenos, que tienen quizá problemas más graves a resolver porque la soberbia invade todos los espacios de poder y no nos permitimos el diálogo, la tolerancia, el verdadero comportamiento humano como se lo conoce en su esencia.
El pueblo chileno, nuevamente acaba de elegir para que administre los bienes del Estado, a un señor multimillonario, de derecha política, con lazos de amistad entre todos los dirigentes de una u otra ideología. Lamentablemente los argentinos estamos en las antípodas de esas decisiones.
«No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones». Francoise de la Rochefoucauld – (1613-1680) Escritor francés.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556